A veces las noticias me dan escalofríos e incluso tengo ganas de llorar, y aunque la historia que voy a contarte hoy es inverosímil (tristemente), prometo que el final te dará fe.
Todo comenzó cuando Kachit Krongyut, un campesino de 53 años de Tailandia, vio un pequeño pie que se elevaba del suelo debajo de un árbol de eucalipto. Le llamó la atención, pero luego oyó un leve llanto y se dio cuenta de que había un bebé enterrado vivo.